Míticas gracias a los pintores, a los escritores, a los fotógrafos y a los cineastas del fin del siglo XIX, las guinguetas parisinas son las verdaderas herederas del patrimonio cultural francés.

El origen de la guingueta

Al principio, una guingueta era a la vez un cabaré, un restaurante y un lugar de bal popular.

Etimológicamente, la palabra « guinguet » es una referencia al vino blanco agridulce y barato, elaborado en las viñas del clos Guinguet, en las laderas del municipio de Belleville. Además, la Courtille, una de las guinguetas más famosas, estaba situada en Belleville.

La edad de oro de las guinguetas parisinas

Al fin del siglo XVII, las guinguetas nacieron primero en la región Ile-de-France, para evitar el « octroi », un impuesto antiguo sobre las mercancías entrando en París. Hacia 1860, París se extendió integrando pueblos vecinos de la capital. Por eso, las guinguetas se desplazaron a orillas del Sena y del Marne.

Las guinguetas conocieron una gran expansión durante los siglos XVIII y XIX gracias a la subida del nivel de vida, la generalización del descanso semanal y el desarrollo de los medios de transporte, con el ferrocarril en particular, que permitieron a los parisinos ir a las guinguetas.

Así, además del placer de la mesa y del baile, las guinguetas se convierten en el lugar donde se puede ver, y sobre todo, ser visto.

Al sonido del acordeón, de las risas y del tintineo de las copas, los parisinos experimentan la relajación y el ocio en lugares llenos de encanto, como las guinguetas de los barrios de Belleville, Montrouge y Bercy.

Las guinguetas hoy en París

A principios de los años 60, el declive de esta tradición dominical se dejó sentir.
En efecto, estaba de moda pasar los fines de semana más lejos de la capital e ir a bailar sobre música yeyé y rock. Muchas guinguetas serán destruidas. Pero en los años 90, nostálgicos y apasionantes de la valsa, de la polka o del Bal Musette, impulsaron la apertura de nuevas guinguetas.

Aún hoy, « La Javelle », en el 15 distrito de París o el « Rosa Bonheur », de abajo del puente Alejandro III al lado de los Invalides, repiten la antorcha proponiéndose ser las guinguetas modernas del siglo XXI.

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